Todos tenemos un refrán, cuento o canción favorita. Sentimientos y experiencias resumidos en metáforas: una forma de percibir, entender y re-presentar al mundo.
Ejemplo claro de esto, en un país tan especial y católico como el nuestro, es que “quien está frío con Dios, le cae a patá’ a los santos”.
Lo anterior, lo puedes interpretar como quieras. Y es ahí donde está el poder sanador de las metáforas.
Llevan un mensaje abierto que analizas sin ayuda. Son un soporte para tus emociones si hay una situación difícil de expresar por el dolor que trae.
“Sana, sana, colita de rana. Si no sana hoy, sanará mañana…” Esto no quiere decir que busques un recetario de “cuentos sanadores” en Amazon. Mucho menos que vayas con el que más sabe de refranes en la familia, pues para que una metáfora sea efectiva debes entenderla.
Sentir que coincide con tu historia y contiene acciones que llevan al cambio.
Lo mejor del caso es que puedes encontrar metáforas en cosas tan cotidianas como la canción que recién tarareaste. De cantar a contar hay una sola letra de diferencia, ¿no? De igual forma, otra he- rramienta con la que puedes contemplar lo que pasa en tu interior son los sueños.
Sí, porque los sueños no solo son para sacarte el loto. Son imágenes que pasan como una película donde eres el personaje principal. Cada objeto y conversación que aparezca en ellos puede ser analizado, sobre todo si tiene una carga emocional para ti.
Y si esta información tan valiosa es utilizada en el aquí y ahora con técnicas corporales, artísticas o de imaginación guiada, el camino hacia tu equilibrio emocional será más interesante y rápido.
Por lo tanto, asegúrate que sea un profesional de la conducta quien, desde la ética y el método científico, te acompañe al cambio que deseas a través de tus metáforas… “No dejes camino real por vereda”.
El autor es psicólogo e investigador del grupo de profesionales Psicológicamente